Cinco Licencias


La Banda ya estaba en su sitio. Parecía raro, pero el simple hecho de colocarme esa prenda meramente ceremonial y de un blanco iridiscente sobre el traje negro, me hacía sentir distinta. Era fuerte y poderosa, tal vez en exceso, hasta que recordaba la responsabilidad que asumía al hacerlo. Por lo menos, solía pensar, nunca he tenido que llevar uno de aquellos incómodos trajes ceremoniales de la justicia prefederacional. Las togas, puñetas, pelucas y demás accesorios habían dejado de usarse hacía siglos, y era común escuchar comentarios jocosos delante de los retratos de algunos de aquellos jueces que aparecían únicamente ya en los museos.

Con un armonioso pitido, el estilizado bloque de memoria que tenía encima de la mesa, me anunció que ya estaba listo, con todos los informes, archivos y documentos que necesitaba cargados en ella y las baterías cargadas. La cogí y salí de mi despacho para entrar en la Sala Tribunalícia que tenía asignada hoy.

- Buenos días, señoría-, dijo con voz firme el alguacil que me correspondía-. Todo está dispuesto para las sesiones. Los primeros ya están esperando fuera.

- Buenos días, Ianus ¿Tienen ganas de pelea?-, le pregunté como siempre, y en broma. Y como siempre me respondió.

- No me corresponde a mi juzgarlos señoría. Además, sabe que no estoy capacitado para hacer su trabajo, como usted, por mucho que lo intentara, no lo estaría para hacer el mío.

- Tienes toda la razón, como de costumbre-, acabé diciendo mientras me sentaba.

La mesa de cristal y madera tenía una talla exquisita que mostraba el emblema del cuerpo judicial en el frente. Al colocar el cubo de datos en su sitio, su superficie de cristal se iluminó y mostró los informes. Justo encima de mí, la estatua que simbolizaba la justicia se alzaba desafiante, desnuda y con sus ojos vendados. Cuando estuve lista, le hice una señal al tiempo que le decía:

- Bien, comencemos con el primer caso.

***

La joven, de apenas quince años, me miraba desesperada y con los ojos llorosos. Iba impecablemente vestida, con un traje suelto y una falda larga de complicado diseño, pero aún así los nervios la traicionaban. Su sencillo moño lucía algo grasiento, sus manos estaban temblorosas y jugueteaban sin parar con una cadenita brillante. Justo detrás de ella sus padres, sentados junto a la puerta como espectadores impotentes, nos miraban alternativamente a ella y a mí.

Y a ambos lados de la pequeña, dos juristas me miraban expectantes a que dictara sentencia. El que tenía a su derecha la defendía, el de la izquierda era el acusador. Actuaba, como siempre en estos casos, de oficio y tenía la obligación tan solo de presentar los cargos y las pruebas. No podía acusar, atacar o argumentar de ninguna manera. No tenía lugar.

- Bien-, le dije mirándola directamente a los ojos con firmeza-, recapitulemos. Eres Geronia Lasinia Faraus, Pivum Undécima, tienes quince años y actualmente estas cursando Estudios Medios en la Academia Aeroespacial de Niké.

- Es correcto, señoría-, respondió con la voz ahogada.

- ¿Tienes Licencia Parental, Geronia?

- No, señoría-, dijo temblándole la voz. Su madre no pudo contener un ligero gemido.

- Claro que no. Necesitas tener diecinueve años y contar con una pareja con licencia, así como haber asistido y superado ambos el “Curso Parecultor Obligatorio”. Aún así, insistes en mantener tu ignorancia de quien podría ser el responsable de tu estado.

- Ya he dicho que podrían ser varios…-, dijo mientras se ruborizaba-, señoría.

- ¿Cuántos y quiénes?-, le dije firmemente.

- No puedo recordarlos a todos. Por favor, no siga-, musitó.

- ¿No podría hacer salir, solo momentáneamente, a sus padres?-, solicitó el jurista defensor-. Tal vez así pudiera recordar con más facilidad.

- Lo entiendo. Pero como ya sabe, defensor, han de estar durante todo el proceso. Aún son responsables parciales de los actos de su hija, así que han de constar como presentes-, le dije ya por cuarta vez. Sabía que la chica se avergonzaba de estar en esa situación, pero no tenía solución-. Si insistes en no contestar tendré que hacerlo constar y hacer indagaciones por mi cuenta.

- No puedo recordarlos a todos...-, insistió con terquedad. El acusador, miró con gesto aburrido a una cadena en su muñeca.

- Bien, no me queda otro remedio-. Con mano rápida, hice aparecer varios documentos pertinentes en la mesa y continué-. Se realizará un análisis genético del feto y se contrastará con la base de datos de la oficina del censo. También se realizará un examen psitico pormenorizado de la acusada. En cuanto a los padres-, dije y al instante se pusieron de pie, aunque no se acercaron. Mientras, seguí escribiendo rápidamente sobre la mesa-, les recuerdo que son responsables parciales del comportamiento de su hija. Es por ello que me veo obligada a hacer constar el hecho en sus expedientes. Como ya sabrán, al tener ya dos hijos, este será un punto negativo muy importante en el caso de que soliciten el tercero. Mi secretario les hará entrega de los documentos que necesitarán, se hará cargo de comunicarles los horarios de las pruebas y citarlos para la siguiente sesión en la que espero que por fin pueda dictar sentencia. Se levanta la sesión.

Di un suave golpe con la mano sobre la mesa y acto seguido todos se levantaron. Ianus, les abrió la puerta y los acompañó guardando un silencio sepulcral.

Durante un momento pude distinguir perfectamente como una lágrima se deslizaba por la cara de la madre de la chica, que la miraba con una mezcla de vergüenza y pena. Sacudí la cabeza sin poder comprender, como en una época como aquella, en la que la educación estaba tan cuidada, era tan esmerada y no había ningún problema en conseguir anticonceptivos, los chicos y chicas seguían repitiendo una y otra vez el mismo error.

“En fin”, pensé y con un rápido movimiento, guardé los archivos transcritos y de audio de la vista, los documentos que había firmado y los que había utilizado para ese caso y abrí los del siguiente.

***

El ambiente era muchísimo más tenso que la otra vez y podía notar como los ojos de Ianus no paraban de moverse entre la demandada, el demandante y la mujer de este. Eran casos como este el que conseguía levantarme dolor de cabeza solo con escuchar a los implicados. Y ya volvían a levantar la voz discutiendo entre si.

- ¡¡Guarden silencio!!-, grité-. Ya es el segundo aviso, al tercero haré que el alguacil los eche, cursaré demanda por insubordinación y dictaré sentencia sin su presencia.

Los tres guardaron silencio, aunque sus ojos seguían entornados, mirándose entre ellos con furia.

- Así que el demandante, el señor Telonio, ha solicitado la anulación de la Licencia Parental que previamente solicitó la demandada, según él, sin su consentimiento.

- Correcto señoría-, dijo con voz grave y firme. Se le veía acostumbrado a llevar la razón siempre, “pese a ser un hortera vistiendo” no pude evitar pensar. El señor Telonio continuó-. Nunca he pretendido tener mi segundo hijo con la demandada ya que era solo una relación transitoria.

- ¡Mentira! ¡Fue idea tuya!-, gritó la acusada con una voz muy aguda. Su defensor, le hizo un gesto con la mano y consiguió que se callara casi de inmediato, tras un poco acercó su cabeza a la suya y comenzó a hablar en voz baja con ella. Como no tenía derecho a saber lo que le decía, continué.

- Y la demandada asegura que la solicitó con él, y como ambos habían pasado el CPO y reunían suficientes méritos se les concedió. ¿Es eso correcto?-, sabía que si, ya que una copia de los mismos flotaba en mi mesa.

- Si señoría-, dijo el defensor-. Es por ello que ni mi clienta ni yo, comprendemos la demanda del señor Telonio.

- ¡Interesada! Éramos nosotros los que queríamos solicitar la Licencia. Pero ella lo sabía y por eso se adelantó. Por tu culpa nos la han denegado-, gritó la mujer del demandante, una señora delgada y esbelta con una larga melena purpura, mientras la señalaba con odio, aunque no añadió nada más.

- Necesito varios datos antes de poder deliberar y dictar sentencia… Señora Falaniara-, le dije a la mujer que acaba de hablar-. ¿Conocía usted la existencia de la demandada, la señora Rilkan?

- Si señoría. Conocía su existencia y la relación que mantenía con mi marido.

- ¿La aprobaba?

- Si señoría. De hecho llegamos a mantener una relación los tres. Juntos y por separado. Creo entender que estamos en nuestro derecho.

- Si, lo están-, dije intentando por todos los medios disimular mi disconformidad. En este sistema, las leyes de relaciones extramatrimoniales son muchísimo más liberales que las de mi sistema natal.

Además los tres implicados eran Aquas y hacía ya bastante tiempo que se había demostrado que los miembros de esta casta eran los más promiscuos, al menos estadísticamente, de toda la Federación. Podía parecer discriminatorio, pero los datos no mentían, los casos entre los aqua quintuplicaban a los casos producidos en la siguiente de la lista. De todas formas esas respuestas me daban mucha información y no necesitaría deliberar mucho en el siguiente paso. Solo habría dos opciones, dadas las circunstancias.

- Bien. ¿Usted tenía conocimiento de la relación de su mujer y la demandada?

- Si, señoría. Y también la aprobaba.

- ¿Y usted, señora Falaniara?

- También, señoría.

- Bien. Tras esta sesión, no me dejan mucha opción. Ordeno una investigación pericial sobre la veracidad de todos los documentos presentados. Se levanta la sesión hasta que se reciban los resultados.

Mientras salían, comencé a firmar los documentos necesarios, negué con la cabeza y suspiré. La mala fe era evidente, de quien aun no estaba claro. Lo que si lo estaba era que, al menos una de las partes mentía descaradamente.

***

La pareja que estaba delante de mí era bastante joven, y sonreían con sinceridad. Era evidente que estaban confiados. Un pequeño niño de apenas cuatro años, estaba sentado al lado de la puerta y miraba impresionado a los cuadros de las paredes y a la estatua que había a mis espaldas.

- Verá señoría, hemos tenido un pequeño accidente-, dijo el demandante con una sonrisa-. Habíamos decidido tener un segundo hijo, pero antes de poder solicitar la Licencia acabamos…

- Haciéndolo sin más-, acabó la chica mientras le cogía de la mano.

- Pero puede solicitarse una Licencia Parental Extraordinaria hasta dos meses después de la concepción no autorizada, siempre y cuando cuente con respaldo judicial. Y eso es lo que le solicitan mis clientes, señoría-, dijo el jurista.

- No tengo inconveniente en considerarlo-, dije desplazando varios documentos por la mesa y comprobando varios a la vez-. Veo en sus expedientes, que parecen estar perfectamente cualificados para que les concedieran su segunda Licencia Parental y en los informes consta que apenas han pasado dos semanas desde la concepción. ¿Cómo han cometido semejante desliz?

- Nos entusiasmamos por la idea y no se nos pasó por la cabeza que pudiéramos conseguirlo a la primera-, dijo el joven enrojeciendo levemente.

- De hecho para Ianus tuvimos que solicitar una prórroga de la licencia, porque no lo conseguíamos-, confió la mujer con cierto tono de embarazo. Al fondo los dos Ianus se miraron, ambos con una sutil sonrisa.

- Bien. Veo que su jurista ha presentado los documentos necesarios debidamente cumplimentados, por lo que no tengo inconveniente en respaldar su proceso. Supongo que sí, pero me veo en la obligación de preguntarles si su jurista les ha informado de los pasos que habrán de dar para conseguir la Licencia Parental Extraordinaria.

- Nos ha explicado los pasos necesarios con detalle y las diferencias con la ordinaria. Puede ahorrarse la explicación, firmaremos la hoja de aceptación del proceso-, dijeron ambos, casi al unísono. Se miraron y sonrieron.

- Me alegro, tendrán que realizarlos con cierta agilidad, en estos casos cuanto antes, mejor-, les dije mientras comenzaba a firmaba las numerosas autorizaciones judiciales que necesitarían para el proceso-. Tendrán que esperar hasta que mi secretario regularice los trámites y yo les dé el visto bueno. Dos horas, tal vez más. Ya les informarán y entregarán la documentación pertinente.

Tras darme efusivamente las gracias y completamente radiantes, salieron de la sala felices y hablando con su hijo, que tocó la tripa de su madre. Bajé la cabeza y sonriendo, continué rellenando formularios. Ojalá todos los casos fuesen como aquel.

***

Aquel niño me miraba extrañado. Parecía saber que era el motivo de todo ese embrollo. Su Certificado de Nacimiento, expedido hacía cinco años y medio, y las Licencias Parentales de sus padres se proyectaban claramente en mi mesa. A su lado el abultado expediente de la Primera Evaluación del chico estaba abierto y cada pocos segundos sus páginas cambiaban, mostrando innumerables graficas y tablas de análisis, aptitudes, reflejos, salud… Por muchos que hubiese visto, seguía pareciéndome sorprendente que en dosieres como aquellos se decidiera el porvenir de todos los habitantes de la Federación.

Yo también tenía el mío y guardaba una copia del resultado enmarcada en mi casa. Pero este dosier en particular, que indicaba claramente que el niño era un candidato perfecto para la casta Regis (la mía), tenía una irregularidad bastante importante. Los gigantescos ordenadores del Consilio Educatio habían detectado trazas de manipulación genética en el pequeño. Y no había sido autorizada.

Ambos padres estaban sentados con la cara serena. Los dos tenían un grado alto en sus respectivas castas, iban impecablemente vestidos y parecían tranquilos y calmados. Reconocí a su jurista, uno de los más caros, elitistas y eficientes del planeta. Al otro lado, se sentaba el joven al que habían asignado la acusación de oficio.

- Esta acusación es muy grave-, musité a la pareja mientras seguía observando el dosier.

- Sin duda señoría, por eso mis clientes están muy indignados.

Lo miré a todos, uno detrás de otro. Con firmeza y sosteniéndoles la mirada. Solo la acusación sudó un poco. Mala señal, era muy joven y era posible que no estuviese preparado para sostener unos cargos tan importantes.

- Sus clientes entenderán, que pese a que les gustaría que este proceso terminase cuanto antes, dada la gravedad del mismo, llevará su tiempo-, mientras decía esto, vi que el disgusto de los padres era más que evidente. Mientras tanto, el pequeño Alof estaba sentado mirando al frente en silencio.

- Somos inocentes, señoría-, dijo el padre mientras miraba disimuladamente los documentos que flotaban en mi mesa.

- Aunque lo sean, la denuncia ya está cursada y el proceso a seguirse en estos casos está bien desarrollado y tipificado. Las pruebas llevarán su tiempo y por ley se exige realizarlas por triplicado para evitar falsos resultados.

- Se…señoría, las pruebas para comprobar las manipulaciones genéticas, ilegales o no, tienen una precisión casi absoluta. Pero es necesario seguir los procedimientos adecuados y han de ser autorizados por un juez.

- Cierto-, lo miré con severidad. Se notaba que era uno de sus primeros casos, sino el primero-. Autorizaré los análisis genéticos pormenorizados pertinentes. Sin embargo, me veo obligada a advertirles que tanto su hijo Alof, como ustedes dos serán sometidos a largas, incomodas, y algunas francamente dolorosas, pruebas. Por ello he de solicitar su autorización formal para las mismas. Son inevitables para el proceso me temo-, dije mientras les entregaba una tabla de datos a cada uno con las copias a firmar.

- ¿Duelen mucho?-, preguntó algo preocupada la madre mientras leía con cuidado cada línea de la autorización, pero sin tan siquiera dirigir la vista a su hijo.

- No lo he comprobado personalmente, pero según tengo entendido en algunos momentos se produce un dolor momentáneo pero extraordinariamente intenso. Si lo desea, pueden negarse a realizar las pruebas - dije con calma. Pero sabía que aunque no las autorizasen, se tendrían que llevar a cabo. El matrimonio y su jurista, comenzaron a hablar en voz baja entre ellos y al rato acabaron diciendo mientras estampaban sus firmas en el documento.

- Está bien, las autorizamos. No nos queda otro remedio.

Mi secretario les entregará las copias que necesitarán y se encargará de concertar las pruebas-, dije recogiendo las tablas de datos y dejándolas sobre la mesa. Mientras, miraba al pequeño Alof y lo sentía por él, aquellas pruebas eran muy duras, sobre todo para alguien a su edad.

***

Ya era casi de noche y la suave brisa vespertina soplaba desde la costa agitando los árboles de la pequeña terraza. El café de aquel local era excelente y además tenía una preciosa vista de la Escuela Básica de aquella zona. La verdad es que me levantaba el ánimo ver a aquellos pequeños felices, y poder olvidarme durante un rato del lado burocrático, en ocasiones desagradable, de su llegada al mundo.

En los patios corrían y jugaban niños de todas las castas, recién asignados o en proceso y aun no enviados a sus Academias o Escuelas de Especialización. Durante cinco años jugarían con otros niños y aprenderían las bases de la sociedad, y sus padres les ayudarían. Porque eran verdaderos padres y no solo simples progenitores.

- Buenas, hoy has acabado temprano, ¿no?-, sonó una cariñosa voz a mi espalda.

- Hola cariño-, sonreí mirándole con ternura. Y mientras hablábamos y le miraba embelesada, comencé a pensar en pedirle que firmara conmigo las solicitudes para la Licencia que llevaba ya cubiertas en mi bolso.


No hay comentarios: