La
conocí en la Academia, un día de clase como tantos otros. En realidad tendría
que decir que fue una noche en la que volvía tarde a mi cuarto, tras una
partida de cebil que se había prolongado más de lo normal. Me crucé con ella en
uno de los desiertos pasillos que atravesaban los bloques de dormitorios.
Apenas
si me dirigió un suave y discreto saludo mientras evitaba mirarme, pero jamás
podré olvidar su larga melena pelirroja, atada en una larga y elegante coleta
que ondulaba tras ella.
Fue
lo único en lo que pude pensar en aquella ocasión, pese a que su imagen no se
me fuese de la cabeza en aquella eterna noche. No recordaba sus oscuros ojos
castaños, ni las tenues pecas casi inapreciables de sus mejillas, ni los
carnosos pero finos labios que siempre esbozaban una cálida sonrisa astuta.
La
busqué inútilmente por toda la Academia, pero encontrar a alguien solo con la
descripción de su pelo resultaba imposible. Éramos más de cuarenta mil
estudiantes, y ninguno de mis conocidos parecía haberla visto o ni siquiera
reparado en ella, pese a su inusual corte de pelo.
Más
de un mes después ya casi había desistido de encontrarla, pero de repente
volvía a verla. En una de las salidas del comedor me crucé con ella. Acompañaba
a un par de chicas que no paraban de hablar y gesticular despreocupadas, pero
ella no pronunciaba palabra. Solo escuchaba, caminando con su paso decidido y desgarbado.
No pude evitarlo, me quedé petrificado, siguiéndola con la mirada, fascinado
por su serena presencia y sin ser capaz de emitir una palabra o tan siquiera de
moverme.
En
aquella ocasión me dedicó una rápida mirada de soslayo y siguió caminando hasta
desaparecer por la puerta del comedor. Mis amigos comenzaron a reírse en cuanto
me senté y, en vez de comer con avidez, como de costumbre, comencé a juguetear
con la comida de mi bandeja mientras pensaba en el nombre con el que había oído
llamarla. Vulpe.
Con
su nombre en mi cabeza, fue sencillo localizarla y aquella misma noche, de
madrugada y sin poder dormir, conseguí decidirme a invitarla a tomar algo tras
las clases del día siguiente. Escribí varios mensajes y, finalmente le envié
uno de los más breves antes de tumbarme en la cama.
Esperaba
que me respondiese al día siguiente y mi sorpresa fue mayúscula cuando mi
comunicador comenzó a sonar a los pocos minutos con un persiste anuncio
parpadeante de llamada entrante.
***
Acababa
de salir de la ducha cuando llegó aquel mensaje. Aún tenía la melena
ligeramente húmeda cuando aquel texto apareció impreso claramente en el espejo
del cuarto de baño. Iba a eliminarlo, como solía hacer con el resto de
frecuentes invitaciones con las que me acosaban, pero no llegué a hacerlo.
Aquella
tímida e indirecta invitación, con tan solo unas líneas de hermosa y estilizada
letra cursiva, resultaba intrigante. Normalmente conocía al remitente, pero
aquel nombre no me sonaba de nada y a pesar de sentir cierta curiosidad, pensé
en rechazar su oferta.
Mientras
el cálido aire terminaba de secarme el pelo y observaba mi imagen desde atrás y
los lados, decidí llamarlo. No conecté la imagen, por supuesto, y esperé varios
segundos esperando oír por primera vez su voz.
Él
tampoco tenía el video y solo apareció su busto en una de las esquinas del
espejo. Su voz se notaba muy sorprendida y cuando le dije que al día siguiente
no podía quedar con él, su decepción fue más que evidente. Pero pese a todo,
insistió. Cambió el día una y otra vez hasta que, antes de darme cuenta,
acepté. Tras colgar me sorprendió su persistencia y sin duda, su voz era firme,
aunque reflejara fielmente lo que pensaba.
Tres
días después, lo acompañé al Z-G, un pequeño local situado en el eje de la
Academia, donde solo iban los pilotos de los juegos de flotas. Nunca había
estado allí, era un lugar bastante oscuro, con poca iluminación, sin ventanas y
tenía las seis paredes llenas de imágenes de naves. No me gustaba demasiado el
lugar, hasta que me dio a probar el mejor té de la academia, que me hizo sentir
de nuevo como en mi casa.
Lo
convencí para jugar al cebil y, pese que al principio no falló ni un solo
golpe, rápidamente comenzó a dejarme tiradas cada vez más sencillas. Pero sus
esfuerzos no sirvieron para nada, ya que no conseguí ganar ni una sola vez, lo
que hizo que una tenue mueca de decepción apareciese en su cara.
Acabamos
la tarde en el bosque de la academia. Tras comprar la comida en una de las
tiendas cilindro comercial, nos sentamos al borde del Barranco de Cristal. Con
los pies colgando hacia las estrellas y comiendo entre risas, contemplamos los
planetas girar y las estrellas brillar mientras hablamos sin cesar.
Fue
la mejor tarde que pasé en la Academia, y para mi desgracia terminó pronto.
Demasiado pronto. Aquella noche soñé con Leben y al despertar una sensación de
inquietud, de que algo iba mal, me invadió. En ese momento no lo sabía, pero
pocas horas después me asignarían las que, hasta ese día habían sido mis
ansiadas prácticas.
***
Aquella
primera tarde había transcurrido con una velocidad pasmosa y, cuando al día
siguiente volví a verla, me dio la noticia de que se marchaba. Nos había
pillado completamente por sorpresa, Vulpe no llegaba ni a la mitad de su quinto
año allí, y las prácticas rara vez se concedían antes del séptimo. Pero ella
había logrado obtenerlas mucho antes.
Quedamos
casi todas las tardes desde aquel día, y cuando apareció, se le notaba
distraída, como si el espacio ya se hubiese interpuesto entre ambos. Pero no me
rendí y todas las tardes la invitaba a tomar algo, a pasear por los muelles, a
ir hasta El Abismo a bailar… Y el día
antes de marcharse, le di una sorpresa, llevándola hasta una de las cámaras de
descompresión secundarias.
Había
conseguido dos trajes y un par de los preciados pases de salida para aquella
tarde. Ambos habíamos salido en otras ocasiones, pero aquella fue distinta. El
ceñido traje rojo y blanco le quedaba de maravilla y antes de ponerse el casco,
se recogió el pelo rápidamente transformando una de sus pulseras en redecilla.
Siempre
me había preguntado como lo lograba. El pelo largo no estaba prohibido, pero
era poco práctico con los trajes que teníamos que usar en muchas asignaturas,
así que la mayor parte de la gente que intenta conservarlo largo acaba por
desistir, y terminaban por cortárselo hasta una longitud más manejable. Pero
Vulpe persistía y mantenía su precioso pelo rojo en una larga coleta.
Durante
toda la tarde flotamos por el exterior, desplazándonos a lo largo del eje y
bailando en medio del vacío. Finalmente acabamos por acercarnos hasta una de
las bases de los muelles y nos detuvimos a contemplar el espacio, salpicado por
naves maniobrando, que se abría ante nosotros.
Una
gigantesca mole de un metal gris oscuro destacaba contra la impoluta pintura
blanca de la Academia. Desde donde estábamos podíamos ver diminutos puntos de
luz relucir brevemente sobre aquella placa gris. No pasó mucho tiempo hasta que
Vulpe se abrazó a mí con fuerza. Pese al traje, pude notar sus curvas y como
temblaba cada vez más fuerte.
Entonces
me di cuenta. Aquella era su nave. La fragata en la que pasaría, como mínimo,
los próximos seis meses como aprendiz mecánica. Su voz había cambiado en cuanto
la vio y pude notar como sollozaba, derramando lagrimas que flotaban en torno a
su cara y se acumulaban tras el visor de su casco.
No
nos quedamos allí y rápidamente la llevé hasta la academia. Tras atravesar las
compuertas de la esclusa, se quitó el casco y, al fin, pude secar sus lágrimas
con mi mano y calmar sus temblorosos labios con los míos.
***
Me
despedí de él en el acceso a mi bloque de cuartos. Tras darme un largo y tierno
beso, se alejó con el pasillo con lentitud y cabizbajo. Me dijo que quería
estar presente cuando embarcara, pero que no podía por las clases. Sabía que
mentía.
En
cuanto entré en el cuarto, mi compañera me miró sin pronunciar palabra, pero
diciéndolo todo con su mirada preocupada mientras cogía sus placas de datos y
se marchaba a sus clases. El resto de la mañana transcurrió entre burócratas y
profesores, mientras los detalles de mis prácticas se ultimaban.
La
despedida de mis amigas fue breve, el descanso entre sus clases no daba para
más. Pero muy efusiva y entusiasta, deseándome suerte mientras comentaban lo
afortunada que era y la envidia que sentían. Todo porque había conseguido las
prácticas tan pronto y en una nave tan buena.
No
comprendía lo que me pasaba. Deseaba aquellas prácticas desde el primer año de
Academia. Había conseguido ser la más joven de la nave, daría mi primer salto
mucho antes que mis compañeras y comenzaría a trastear con aquellos gigantescos
motores mientras ellas aún flotaban en los pasillos y simuladores de la
Academia. Pero ahora solo deseaba quedarme y seguir disfrutando de las tardes
en las que dejaba pasar el tiempo junto a Leben.
En
el interior de la nave, todos los que haríamos allí las prácticas formamos en
varias filas ordenadas hasta que el contramaestre apareció. Dio un rígido
discurso sobre las obligaciones y las tradiciones de la Flota, sobre el
compañerismo y la voluntad de los pivum. Pero le presté poca atención.
Escuché
mi nombre y di un paso al frente. Junto con otros diez estudiantes, todos
mayores que yo, seguí al primer oficial de máquinas hasta el que sería nuestro
lugar de trabajo durante los próximos seis meses.
Tras
dejar el petate en el camarote que tendríamos que compartir, llegamos a la sala
de máquinas. En un suspiro, todo el cansancio que sentía y las dudas que se
acumulaban en mi mente, se desvanecieron sin más. Las salas de los reactores,
los innumerables condensadores perfectamente alineados, los generadores de los
amortiguadores… Todas aquellas máquinas desprendían una fría belleza que me
cautivó sin remedio.
Pero
nada de eso podía compararse con la sensación que me embargó al ver el
gigantesco cilindro del motor que ocupaba la mayor parte del eje de la nave. El
motor que permitía pasar de un punto a otro del espacio sin tener que recorrer
todos los intermedios.
***
Estaba
desayunando en el comedor de la academia, rodeado por mis compañeros de puente
en las simulaciones de batalla. Charlábamos afablemente cuando mi placa de
mensajes comenzó a vibrar y resonar. Sin dejar de comer o hablar, saqué la
placa de mi bolsillo y la miré.
Mis
mandíbulas no tardaron mucho en detenerse con la comida a medio masticar. Acabé
de leer el texto y tragué con dificultad antes de volver a leer aquellas
palabras.
### INFORMA: AGENCIA FEDNET ###
Ayer a las 23:45, horario federal, el grupo de vigilancia fronteriza
formado por la fragata de exploración Sokol y sus tres cruceros de apoyo,
interceptó y entabló combate con naves corsarias en espacio Federal.
La flota pirata, formada por ocho cruceros y dos destructores, tenía
un rumbo que la llevaría hasta el sistema colonial Endar. Dicha fuerza de
ataque fue destruida por completo tras una intensa lucha de tan solo cuatro
horas que evitó el asalto a las poblaciones federales.
Tanto la fragata Sokol como los cruceros Relé y Aret han sido dañados
de diversa gravedad, aunque los tres continúan operativos. El crucero Derinimer,
no obstante, ha sido destruido por completo, aunque se ha logrado rescatar con
vida a la mayor parte de su tripulación.
Actualmente la lista de bajas y sus nombres continúa siendo restringida
a la espera de la notificación formal a sus familiares. Sin embargo, se ha
filtrado que varios tripulantes fallecidos estaban realizando las prácticas
finales de la academia aeroespacial.
Se ha anunciado una conferencia desde el Almirantazgo Estelar para
hoy a las 16:00 horario federal, en la que se ampliarán los detalles y se
publicará la lista de bajas oficiales.
### ENDAR2F - 13.4.1210 - 07:25 H.F. ###
Traté
de llamar a Vulpe, pero solo enlazaba con su buzón. Le mandé un mensaje tras
otro, pero ninguno logró una respuesta.
Y
nunca la obtuvieron.
3 comentarios:
Muy buen relato, aunque algo cruel. Amar en el mundo de la Federación es algo dificil
Este relato, aunque sin duda triste y deprimente, no lo considero especialmente cruel.
Y de todas formas, amar, sea donde sea y en la época que sea, puede llegar a ser muy dificil, si no imposible.
jajaja cierto, pero el otro relato de amor tambien estuvo rudo, pero si te soy sincero, los amores tragicos me gustan mas que los rosa
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